Introducción y breve referencia

El escenario de la representación es, por lo tanto, no solamente el tablado que se levanta en la plaza al efecto para soportarla, sino el pueblo entero y su entorno. Y el espíritu festivo que la rige, podría ser el que refleja la «Alifara Jove» que se celebra por turno en los diversos pueblos de l Maestrazgo, siendo la Fiesta de San Antón síntesis de las de esta Comarca y del valle del Matarraña, y en general la más importante, con sus diversas manifestaciones, de todo el ciclo invernal. Por lo tanto, parece congruente iniciar nuestro estudio con una suscita presentación de la Historia y la descripción de los rasgos generales del pueblo y de los campos que lo rodean.
La Portellada domina, con su doble caserío, un término municipal sito en una hondonada poblada por plantaciones de olivos seculares, almendros, viñas y cereales, han mantenido una tradicional cabaña lanar y un ambiente rural que se refleja en sus construcciones, plazas y calles y en su historia como villa con Ayuntamiento propio, muy breve; pues no hace mucho celebró el segundo centenario de su nacimiento, (en el año 1984), pero su situación geográfica privilegiada entre Aragón, Cataluña y Valencia, en la cuenca del Matarraña y junto al río Tastavins, que desciende desde el puerto de Torre Miro, Castellón, provocó un muy antiguo doblamiento, denunciado por restos arqueológicos ibéricos que Juan Cabré, de Calaceite, situó en el siglo V a.C., aunque sea esta fecha mas que discutible, procedentes del mas de la val del Pi y del más de Bernadet y otros romanos, cerámicas y «pondera», hallados en los alrededores, que nos ha mostrado Manuel Martí.
La formación de su caserío resultó de la fusión de dos meses, el de Dalt y el de Baix, y el nombre deriva del Portell, que abre la sierra hacia el sur, castellanizado en Portillo, sin duda en tiempos de Carlos III y en los documentos emitidos entonces, siendo ésta la única razón que explica las dos versiones del nombre, (Portellada ó Portillada) y el fundamento del símbolo grafico que se perpetua en el escuda de la villa.
Y en la común historia de La Fresneda, a la que perteneció como barrio, hay que incluir el poblamiento islamita y la dependencia de Tortosa a lo largo de unos cinco siglos, que terminó con la reconquista, en tiempos de Alfonso II, pasando los moros aragoneses de la zona al señorío de los caballeros de Calatrava asentados en el castillo de Alcañiz, pero mudando el conjunto humano mediante una repoblación con francos y gentes de la comarca de Lérida.
La prestancia de la Casa Consistorial, aunque heredase la sede de la cofradía de San Cosme y San Damián, suma el lugar del conjunto magnificado que, en toda la comarca, muestra el papel privilegiado que se otorga al lugar de regimiento común, con amplios zaguanes ó pórticos que revelan la potencia de la actuación municipal.
Su historia va unida a la de La Fresneda hasta que el 27 de octubre de 1783 se firmó, en Calanda, una concordia entre los vecinos de La Fresneda y los del barrio de La Portellada, cuyo texto se conserva, documento que dio lugar a la aceptación y sanción de Carlos III, mediante una carta real fechada el 18 de Noviembre de 1784, firmada en San Lorenzo del Real, en cuyo texto se reconocía la independencia política y administrativa de la que pasó, desde entonces, a ser villa, a costa de una contribución Monegal por familia de 7.400 maravedíes, para sufragar el montante de 738.750.; Tenía entonces el núcleo 500 habitantes, reducidos a esta fecha a poco más de 250 y se celebró con alegría que produjo el suceso, según cuentan, prendiendo fuego a una gran hoguera.
Cuenta Palanques en su libro, que la astucia de los abogados aconsejó a los portellenses que, al discutir los términos de la Concordia, terminases cada alegato con la invocación «Benditos y Alabados sean San Cosme y San Damián de la Portillada» a lo que no tendrían más remedio, los de La Fresneda, que contestad «Por siempre sean Benditos y Alabados, con lo que vendría a colegirse que asienten a lo propuesto.
Y las gentes han mostrado los localismos y el entrañamiento con la tierra conservados, divertidas coplas que definen los terrenos y particularidades: «Portillada esta en dos trossos / Valjunquera está en un plá; / La Fresneda en una costa;/ y La Torre alladeallá», refiriéndose a los pueblos vecinos incluso Torre del Compte; u otra muy significativa también de carácter descriptivo;
» Dicen que La Portellada tiene / cuatro cosas de gran fama / un molino que no muele / un batán que no abatana / una iglesia con una teja / y un puente debajo del agua», copla que en buena parte se refiere a la zona de «El Salt» ( el salto) una cascada de 20 metros en el río Tastavins, mientras que el batán figura en las concesiones de la Carta Real de Carlos III.
Dentro de las pullas y vayas entre pueblos vecinos, los de los alrededores de La Portellada llaman a sus habitantes , ellos sabrán porqué, «Extranjeros», claro que a los de los otros pueblos también se les llama con los diversos nombres a los de La Fresneda «Fregits», «raboses» se llama a los de Ráfales,
Valderrobres «rabosins» Calaceite » coets» y Torre del Compte «torrats» «cachaps a los de Valjunquera, y así diferentes nombres ( ó motes) a las gentes de los pueblos , sin que ninguno de estos apelativos tenga más justificación que la mala intención con que los habitantes de los pueblos próximos les zahieren.
En lo artístico, conserva el Ayuntamiento del siglo XVI, monumento nacional, antiguo palacio de la cofradía de los patronos, la severa iglesia de San Cosme y San Damián, cuyo archivo ha llegado hasta nosotros, aunque no en La Portellada, de fines del seiscientos. Asimismo conserva el escudo original de La Fresneda, y el nuevo de La Portellada, y una ermita dedicada a San Miguel en lo alto de un cerro desde el que se divisa todo el pueblo y gran parte del término municipal, llegando a verse hasta las montañas de Calaceite y Horta de San Juan, localidad esta última de Tarragona.
Entre los paisajes pintorescos del término, agreste y montañoso y poblado por bosque de pinos y otras especies indígenas, merece especial atención «El Salt» una falla del río Tastavins, de unos 20 metros de altura, la montaña de San Pedro Mártir, al norte de la población, donde hay un monolito dedicado a dicho Santo, y que La Portellada celebra una romería el día 29 de Abril.
El habla corresponde al antiguo aragonés común en toda la zona del Matarraña, que ya hablaba PedroV, cuando escribía a Fernández de Heredia, «que ha entregat al seu procurador el llibre Suma de las Historias, traduit al aragonés; que fará també treslladar loe cróniques dels Reys d´ Aragó predecessor seus y que li enviará la copia, para quél faci continuar en la gran crónica d´España y per ultim que li envíe el llibre que li va a deixar el Rey de Fran’ca para ferlo aixi mateix traduit a l´ aragones», refiriéndose al «libre de les dones»de Eximenis.
Pero la relación de «Las Tentaciones», se escribió en castellano y así se ha representado siempre, cosa que no debe sorprender, pues lo mismo sucedía en Tortosa y en otros lugares d Cataluña y prácticamente en todos los lugares donde se representaban, independientemente del habla local, sin duda porque aún tratándose de una pieza popular, se sujetaba a lo que se tenía por el habla culta, separada de la que todos usan en sus conversaciones normales.
Respecto a los productos de la tierra y gastronomía se alaban justamente en La Portellada las aceitunas aderezadas, la miel, las casquetes, almochamenes, y los buñuelos de Santa Agueda, que recuerdan golosinas moras, la sjudías en cocido, el conejo en salsa de almendras, la hortereta del ríu y los embutidos y jamones.

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